Dos perfiles: El que no sabe y el que sabe demasiado
Como entrenador, me he dado cuenta de que hay dos perfiles bien diferenciados de personas que quieren empezar a hacer ejercicio.
Los primeros, no tienen ni idea. Así, llanamente.
Algunos quieren perder peso, ganar masa muscular, recuperarse de una lesión. Pero no saben qué hacer, ni cómo hacerlo.
Por otro lado, tenemos el segundo grupo, los que saben demasiado.
Este perfil, me resulta interesante por un lado y por el otro, sé que lo tendremos más difícil para alcanzar las metas.
Estas personas saben lo que es el NEAT (aumento de la termogénesis/gasto energético por actividades que no se consideran deporte, como por ejemplo caminar, subir escaleras…), el HIIT (entrenamiento de alta intensidad por intervalos), el LISS (ejercicio de baja intensidad constante), el entrenamiento de fuerza… e incluso a veces, saben cómo se programa un entrenamiento.
Quizá estés pensando, ¿de verdad hay personas que saben todo esto y necesitan ayuda? (es decir, no consiguen sus objetivos) Pues sí. Los hay, y no pocos.
El exceso de información puede conducir a la parálisis y a no hacer nada, o en el mejor de los casos –que tampoco es mucho mejor– ir cambiando de un método a otro, de un entrenador a otro, de una dieta a la otra. Y adivinarás qué pasa cuando vamos cambiando constantemente. Que no hay progreso y aquí es donde llega la frustración y la desilusión.
La solución para cada caso
Es simple, si se hace bien.
En el primer caso, las personas que no tienen información necesitarán una base, un poco te teoría, unos principios a los que regirse. Y si confían en el profesional, el proceso será más sencillo. Hay personas que, movidas por su química cerebral, irán hacia un lugar u otro. Pero digamos que es más fácil trabajar cuando no se parten de ideas preestablecidas ni demasiada desilusión previa.
El segundo grupo es el que se puede ver más beneficiado por conocer su neurotipo.
Entender cómo funciona su cerebro, hacia dónde les impulsa su naturaleza y crear una estrategia acorde a sus preferencias hará que disfruten más del proceso.
Más disfrute = mayor adherencia. Porque lo que se disfruta, tiende a repetirse y viceversa. Lo que nos provoca dolor e insatisfacción, tendemos a evitarlo. Así de simpático es nuestro cerebro.
Por tanto, conocer tu neurotipo, hacia donde apuntas de manera natural, puede darte unas bases para establecer un plan (más o menos flexible, más o menos variado según tu perfil).
¿Qué conseguiremos? Mayor adherencia. Y lo que se repite –si lo hacemos de manera consciente, también conocido como práctica deliberada– tiende a mejorarse.
Cuando mejoramos, nuestro cerebro nos recompensa a corto plazo con dopamina y otros neurotransmisores, y codificamos esas experiencias como positivas. Y adivina qué… A medio plazo, vas a tener más ganas de entrenar.
Emociones y pensamiento a la hora de entrenar
El segundo tipo –los que lo saben todo– pueden saber que les conviene hacer HIIT un par de días por semana, 2 de entrenamiento de fuerza, un día de movilidad y aumentar su NEAT a 12.000 pasos diarios. Lo tienen claro a nivel cognitivo.
¿Y a nivel emocional? Muchas veces, no tanto. Es posible que la persona se siente abrumada por tantos cambios o simplemente que no disfrute de lo que le tocaría hacer. Quizá a corto plazo va a empezar a entrenar, pero te garantizo que el largo plazo va a ser muy distinto.
Conocer las inclinaciones naturales y jugarlas a nuestro favor va a ser importante para que las partes racional y emocional de nuestro cerebro se alíen para conseguir las metas que nos hayamos marcado.
Empieza: Conoce a tu neurotipo
Si aún no sabes cuál es, te ayudará hacer el DAGGAStest. Una vez tengas clara tu sensibilidad neuronal, este otro artículo te dará una idea de qué ejercicios pueden encajar más con tu tendencia: Entrenamiento por neurotipos.
Comprométete un tiempo determinado, por ejemplo, un mes. Crea –o busca– un plan o un profesional que te prepare un plan y empieza.
Esta es la manera más eficaz que conocemos desde DAGGAS para mejorar tu adherencia al entrenamiento, a una manera de alimentarte o de gestionar tus hábitos y vida en general.
No te preocupes de si hay maneras mejores de hacer las cosas, de si puedes optimizar el proceso… Ahora no. Date un tiempo, empieza. Y si puede ser, empieza con aquello que a tu cerebro le parezca más atractivo y te genere menos resistencia.