Proteínas: la base de nuestro equilibrio químico neuronal
Desde el proyecto DAGGAS siempre estamos buscando “hackeos” sencillos y naturales que se pueden convertir en hábitos que te van a ayudar a brillar dentro de tu neurotipo. Partimos del hecho que somos más o menos sensibles a unos neurotransmisores en concreto y que en un momento dado podemos tener, o no, una alteración en los niveles de alguno.
Independientemente de que hayas hecho el DAGGAStest o no, sabrás reconocer si no estás en un “momento bueno” de tu vida y, por ello, hoy vamos a sugerir que prestes atención a las proteínas en tu dieta para descartar que no sea eso mismo lo que te tiene alejado/a de tu equilibrio.
¿Te has fijado en que el nombre de algunos neurotransmisores acaba en -amina? Por ejemplo: Dopamina e Histamina. Esto quiere decir que tienen grupos -amino tal y como nos proporcionan los aminoácidos de las proteínas que comemos. Otros, aunque no queda tan claro por su nombre, junto con los anteriores, también son clasificados como neurotransmisores monoaminas (formados por un solo grupo amino). Por ejemplo: Noradrenalina, Adrenalina y Serotonina.
Glutamato y GABA son directamente aminoácidos no proteinogénicos (nunca forman parte de proteínas completas, sino que tienen otras funciones), y, además, nuestro cuerpo puede crearlos a través de otros aminoácidos libres o convirtiendo el uno en el otro, o viceversa, en un solo paso enzimático.
Así pues, tal y como vemos, prácticamente todos los neurotransmisores implicados en el comportamiento humano, los cuales evaluamos en el DAGGAStest, están formados de forma directa o indirecta por aminoácidos. Por lo que las proteínas que comemos van a ser la base de nuestro equilibrio químico neuronal.
Antes de continuar, debemos destacar que la Acetilcolina tiene una estructura más lipídica y, por lo tanto, no se incluye en esta descripción y los consejos que vamos a elaborar a continuación. En un post futuro sobre las grasas, este neurotransmisor recobrará el protagonismo que se merece.
Alimentos ricos en aminoácidos formadores de Neurotransmisores:
Para que nuestro cuerpo genere Dopamina, necesitamos un buen consumo de alimentos ricos en los aminoácidos Tirosina y Fenilalanina:
- Tirosina: espirulina, soja, huevos, aves de corral, alimentos de mar, carnes, lácteos (especialmente requesón), aguacate, plátano, frutos secos (especialmente almendras), semillas, frijoles, cacao, café, té verde, cúrcuma, verduras de hoja verde
- Fenilalanina: Todas las comidas ricas en proteínas, los productos de soja, requesón, lácteos, almendras, cacahuetes, alubias de lima, semillas de calabaza y de sésamo.
A su vez, la Dopamina es convertida a Noradrenalina y Adrenalina, por lo que los mismos aminoácidos Tirosina y Fenilalanina serán necesarios para la fabricación de los neurotransmisores Adrenales.
Para generar Glutamato, necesitamos alimentos naturalmente ricos en Glutamina, Glutamato o Ácido L-Glutámico (no confundir con los aditivos alimentarios Glutamato monosódico o Ácido L-Glutámico sintético):
- Glutamina: toda proteína animal, col, perejil, espinacas, legumbres, cereales integrales.
- Alimentos naturalmente ricos en Glutamato y Ácido-L-Glutámico: leche y quesos, pollo, vacuno, salmón, tomates, guisantes, brócoli, patatas, champiñones.
Para generar GABA, necesitamos alimentos naturalmente ricos en GABA, Taurina o la misma Glutamina que ya vimos en el apartado anterior:
- Alimentos naturalmente ricos en GABA: caballa, halibut, ternera, huevos de corral, nueces, almendras, lentejas, avena, arroz integral (especialmente el negro), brócoli, espinacas, cebolla, tomates, plátano, cítricos, valeriana, pasiflora, hipérico, alimentos fermentados (yogur, kéfir, chucrut, miso, kimchi…).
- Taurina: pulpo, calamar, sepia, marisco, caballa, salmón, cordero, hígado, parte oscura de la carne de pollo, avellanas, soja, almendras, garbanzos, lentejas, alubias, habas y semillas de calabaza.
Para que nuestro cuerpo genere Serotonina, tenemos que procurar que no nos falten alimentos ricos en Triptófano y Glicina en nuestra alimentación:
- Triptófano: Requesón, leche, carne, pescado, pavo, huevos, plátano, dátiles, aguacate, cacahuetes, semillas (chía, sésamo, girasol…), avena y en menor cantidad, en todos los alimentos ricos en proteínas.
- Glicina: cerdo, ternera, pollo, pato, merluza, atún, rape, huevos, lácteos, algarroba, berros, frutos secos y semillas, soja, altramuces, espinacas, verdolaga.
Una manera sencilla de comer todos los aminoácidos anteriores es asegurar un buen aporte de proteínas completas (las que nos van a aportar todos los aminoácidos en una proporción más adecuada para nosotros) en tu dieta para. De esta manera, proporcionas a tu cuerpo lo que necesita para fabricar los neurotransmisores que requiere para funcionar de forma óptima.
Cuando nos piden ejemplos de proteína completa, tendemos a pensar en proteína animal. Esto se justifica en que sí, ya que ¡A fin y al cabo también somos animales! Pero, como veremos, esta no es la única forma de conseguir proteínas completas a través de la alimentación.
Proteínas animales: la importancia de la calidad
Lo que sobre todo debemos tener en cuenta es la calidad de dicha proteína animal. Por desgracia, la ganadería convencional actual está produciendo kilos masivos de carne, pescado, huevos y lácteos a nivel mundial, pero con una composición dudosa en cuanto a salud. Las medidas que se adoptan para esta producción masiva dejan residuos químicos en el producto final que nos están afectando en una amplia gama de problemas de salud.
Procura comprar con conciencia, buscando carnes no procesadas y de fuentes conocidas, pescado salvaje (no de piscifactoría o de granja), huevos ecológicos y lácteos artesanales. Se notará en la calidad del alimento y en la baja carga de toxinas. Y evitarás así que la proteína venga con un exceso de hormonas anabólicas, sexuales o de estrés, antibióticos, pesticidas y sustancias genéticamente manipuladas, por nombrar solo algunos de los tóxicos que pueden contener este tipo de alimentos, si no son de buena calidad. Más vale poca proteína animal, pero buena.
Proteínas vegetales: la importancia de la preparación
En cuanto a la proteína vegetal completa, tenemos la opción de consumir semillas y frutos secos a diario – dejándolos en remojo en un proceso que se conoce como “activación”, si no te sientan bien. Se pueden tomar en forma de “mantequillas” o “untables” como tahini, crema de almendras o mantequilla de cacahuetes, por ejemplo.
Los pseudocereales como el trigo sarraceno (o alforfón), la quinoa o el amaranto también son fuente de proteína completa. En esto se diferencian del resto de cereales (que tienen poca cantidad del aminoácido lisina). También contienen una proporción mayor de proteína que los cereales. Al igual que con los cereales y las legumbres, es importante dejarlos en remojo unas horas para eliminar sustancias indigestas que contienen y que pueden tener un efecto inflamatorio a nivel intestinal.
Las legumbres, aunque no son una fuente de proteína completa (tienen poca cantidad del aminoácido metionina), son una proteína muy valiosa a incluir en el menú semanal, alternándolas con otros alimentos proteicos. Éstas se deben consumir con el proceso adecuado de preparación y cocción para evitar problemas digestivos. También se pueden germinar para facilitar su asimilación. Hay la opción de tomarlas en forma de derivados (mínimamente procesados) y/o fermentados como tempeh, humus, hamburguesas vegetales, miso, tofu, etc.
Somos lo que comemos, digerimos y absorbemos:
Toda proteína requiere de una buena función estomacal para poderla digerir. La acidez que proporciona el ácido clorhídrico gástrico activa las enzimas pépticas, las cuales desmontarán estas proteínas en oligopéptidos (cadenas más cortas de aminoácidos). Cuando estas proteínas parcialmente digeridas llegan al intestino, su digestión continúa allí y, si todo está funcionando bien, se absorben al final del intestino delgado y principio del intestino grueso en forma de aminoácidos libres o dipéptidos.
El problema reside en que estamos observando, a nivel clínico, una epidemia de problemas estomacales. El estrés, el consumo crónico (y no necesario en muchos casos) de antiácidos o inhibidos de las bombas de protones, la mala alimentación, el alto grado de toxicidad corporal y medioambiental, las infecciones crónicas mal curadas… son solo unos ejemplos de lo que podría estar comprometiendo tu fuerza estomacal. Si es así, por muy bien que elijas las proteínas en tu dieta, es muy posible que no las estés digiriendo bien. Y como consecuencia, tampoco las estés absorbiendo. Esto puede repercutir en tu equilibrio neuronal, entre muchos otros aspectos de tu salud.
Si sufres de digestiones pesadas (sobre todo cuando comes una comida rica en proteínas), reflujo gástrico que puede llegar a subir a esófago o boca, o gases que huelen mal (por una putrefacción intestinal de las proteínas mal digeridas), te aconsejamos visitar a un profesional que te pueda ayudar a recuperar tu poder digestivo de las proteínas. ¡Te sentirás nuevo/a a todos los niveles!
Si quieres sea yo quien te ayude en este proceso, ¡estaré encantada de acompañarte! Para saber más sobre mis servicios, mira lo que puedo ofrecerte en una consulta individual de nutrición.